Entramos en este proyecto con los trabajos de reforma ya empezados. Los dueños estaban sobrepasados por una obra que exigía la coordinación de muchos gremios y muchas disciplinas. Además iban surgiendo los espacios previamente definidos en los que sabían lo que querían, pero no cómo llevarlo a cabo. Se había derruido la casa entera por dentro y sus tres pisos se habían levantado de nuevo. La reforma integral era casi como una pista de autos de choque. Poner orden en el incipiente caos fue muy fácil dada la magnífica actitud de cuantos trabajan en la obra. La segunda, plasmar las ideas y los deseos de los propietarios: su gusto por los materiales nobles, por la combinación entre lo rústico y lo moderno, por la luz y por los ambientes claramente marcados y definidos, sin ambivalencias. Y así, propusimos iluminar con fuerza y ´cálida modernidad´ el acceso a las escaleras, envolver la cocina en una ‘urna’ de cristal que delimitara claramente la zona de trabajo -presidida por una campana vanguardista- y el área de ‘office’, y que a la vez permitiera la entrada de la maravillosa cantidad de luz en el que esta casa está envuelta. Es Bilbao y cada rayo vale más que el oro. Los dos cuartos de baño los proyectamos radicalmente distintos pero unidos por ese mestizaje entre lo rústico y lo moderno. Por último, en los dormitorios se optó por delimitar el espacio diáfano, no con muros, sino con armarios diseñados en exclusiva para estas habitaciones.