Entramos en este proyecto con los trabajos de reforma ya empezados. Los dueños estaban sobrepasados por una obra que exigía la coordinación de muchos gremios y muchas disciplinas. Además iban surgiendo los espacios previamente definidos en los que sabían lo que querían, pero no cómo llevarlo a cabo. Se había derruido la casa entera por dentro y sus tres pisos se habían levantado de nuevo. La reforma integral era casi como una pista de autos de choque. Poner orden en el incipiente caos fue muy fácil dada la magnífica actitud de cuantos trabajan en la obra. La segunda, plasmar las ideas y los deseos de los propietarios: su gusto por los materiales nobles, por la combinación entre lo rústico y lo moderno, por la luz y por los ambientes claramente marcados y definidos, sin ambivalencias. Y así, propusimos iluminar con fuerza y ´cálida modernidad´ el acceso a las escaleras, envolver la cocina en una ‘urna’ de cristal que delimitara claramente la zona de trabajo -presidida por una campana vanguardista- y el área de ‘office’, y que a la vez permitiera la entrada de la maravillosa cantidad de luz en el que esta casa está envuelta. Es Bilbao y cada rayo vale más que el oro. Los dos cuartos de baño los proyectamos radicalmente distintos pero unidos por ese mestizaje entre lo rústico y lo moderno. Por último, en los dormitorios se optó por delimitar el espacio diáfano, no con muros, sino con armarios diseñados en exclusiva para estas habitaciones.
Cocina y sala en la calle Nueva
El proyecto consistía en unir la cocina a la sala contigua. Crear un espacio único entre ambas, pero que a la vez se pudieran separar según el interés de cada momento. La obra contemplaba la reforma integral de la cocina y el rediseño de la sala, a la que se le debía incluir una nueva librería pintada en blanco, y un cambio radical de la iluminación. Para unir ambas estancias optamos por el derribo del muro que las separaba y la construcción de uno nuevo que alojara puerta -el proyecto era unir pero dejando la posibilidad de separar-, y mampara. Esta pieza fue la ‘piedra angular’ del proyecto ya que ella iba a ser la encargada de plasmar el deseo de que cocina y salón estuvieran comunicadas a discreción. Utilizamos una ventana con luz interna que, encendida, impide que ambas partes se comuniquen visualmente, a la vez que las ilumina. Apagada, es una ventana transparente. Por último, destacar el deseo de los clientes de contar con una isla en la cocina, y, en la sala, además de la librería, la supresión de la puerta de madera por una de cristal, en su ánimo estaba la idea de separar, pero sin crear muros.