Tarjeta para visitas

El vestíbulo es como una carta de presentación, una declaración de intenciones, un prólogo, una obertura de nuestro hogar. Desde luego, a los primeros que el recibidor debe mandarles el mensaje, siempre tranquilizador, «Estás en casa» es a las personas que lo habitan. Con todo, quienes visitan el hogar también reciben una información precisa que luego contrastarán tanto con lo que vayan percibiendo del resto de la casa como con las vivencias que experimenten durante su estancia. Los dos que presentamos nos gustan porque marcan la entrada como ese espacio único, con su propia personalidad y, por lo tanto, con su uso y significado característico.
El primero, de corte clásico, pertenece a un matrimonio ya jubilado; el segundo, minimalista, a una pareja joven que acaba de empezar su aventura vital. Del primero nos cautivó el escalón que delimita aún más el espacio de la ‘calle’, del ‘afuera’. Se crea un semicírculo para descalzarse y prepararse para pasar a la casa, pero dentro de la propia vivienda. A petición del cliente, este espacio está con la madera desnuda. La tarima elevada, es decir el resto de la casa, se enmoquetó en lana.
El segundo vestíbulo también tiene su propio carácter. Un espacio reducido como antesala a un pasillo laminado que se adentra por la casa. Proyectamos una ventana retroiluminada para dar luz a la entrada y jugar con la idea de una ventana que aporta vida a un espacio, a priori, completamente oscuro.

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