Esta cocina ha supuesto un gran reto. Disponíamos de 8 metros cuadrados para diseñar en su interior una cocina. El ‘quid’ estaba en que no valía meter todos los elementos que la componían: fogón, fregadero, lavavajillas, frigorífico, extractor de humos, caldera, microondas, horno, mesas, sillas y armarios. Sino que cada elemento debía tener su espacio propio para poder ser utilizado de forma cómoda y correcta, es decir, sin hacer malabarismos y sin molestarse. Para darle un poco más de emoción, la cocina debía dar servicio a una familia de cuatro miembros: un matrimonio con dos hijas. En la obra utilizamos azulejo de diseño portugués por la alegría y la sensación de juego que sugiere; madera lacada en blanco polar para los armarios y encimera, y marrón claro para la mesa y las banquetas. Los contrastes oscuros se los concedimos al fregadero, los fogones y la nevera, y para aumentar la sensación de amplitud, además del color blanco, optamos por un extractor de humos con acabado decorativo: un espejo con marco que, una vez abierto, es capaz de sacar en segundos el humo generado al cocinar gracias al potente aspirador que se aloja en su interior. El suelo es vinílico de alta resistencia imitando a madera. Todo en su sitio, para cada cosa un espacio, incluida la caldera bien protegida y ventilada en un armario hecho tan a medida como el grifo abatible que, una vez tumbado, permite la apertura de la ventana. Un desafío y un descanso una vez terminado.